Estamos atrapados por los bancos, las multinacionales y las bolsas de valores…que marcan la ruta, no solo de los que andan inquietos buscando negocios rentables o inventando actividades meramente especulativas para engrosar sus cuentas bancarias y ensanchar sus posesiones, sino también de aquellos que se dejan llevar por los criterios de un mundo, como el nuestro, tan injusto que se hace insostenible.
Porque viviendo así de atrapados, resulta imposible proyectar un futuro distinto y más esperanzador.
Las circunstancias que estamos viviendo a causa del corona virus, nos han obligado a los países occidentales, que íbamos de prepotentes por la vida, a experimentar nuestra propia fragilidad y a meternos en el pellejo de tantos miles de habitantes del planeta que soportan todos los días y todos los años de toda su vida, situaciones de extrema pobreza y vulnerabilidad.
En estas circunstancias, hemos tenido la oportunidad de experimentar que podemos vivir con lo mínimo, lo cual es una tragedia para la economía capitalista, que necesita para subsistir que deseemos continuamente tener más cosas, aunque sean inútiles… consumir más y más para ser felices…
Así se nos dice… y así se nos vende, con toda profusión de medios y de campañas publicitarias…
Porque a los falsos valores nunca les falta la propaganda.
Sin embargo también está el verdadero tesoro que es un tesoro escondido que solo lo encuentra quien lo busca… que suele ser la gente:
– más sencilla y menos ambiciosa
– más profunda y menos conformista
– más inquieta y con más nobles ideales.
A lo largo y ancho de la cultura bíblica, se nos habla de que hay un bien más preciado que cualquier clase de poder, que todos los bienes de la tierra y que la vida misma.
Ese tesoro es la Sabiduría que nos ayuda a distinguir el bien del mal y lo que vale de lo que no vale.
Y ese mismo tesoro escondido se identifica, en el evangelio, con el mismo Jesús de Nazaret y con su Proyecto liberador.
Encontrar este tesoro es como para volverse loco de alegría… es como tropezarse con alguien que, aunque nos rompa todos los esquemas y le de la vuelta a todo nuestro sistema de valores, le pega un subidón de calidad a nuestra pobre vida maltrechea.
Es encontrar a alguien que nos muestra un camino fascinante y al que decidimos seguir, cueste lo que cueste…
Es estar dispuesto a partir sin nada, con el alma a cuestas y el corazón herido… sin a penas equipaje y con todo un caudal de vida y de esperanza…
Sin nada y con TODO…
Sin nada y con un tesoro inmenso, bien guardado en la mochila.
¿A quien no le gustaría probar este camino… y hacer el gran negocio de su vida?
Pues hay que saber, por si a alguien le interesa, que existe ese tesoro… y que está escondido.
Un tesoro, que se puede buscar o no… pero que se deja encontrar.
¿Por quién?
Por aquellos que no se dejan embaucar por otros supuestos paraísos de intereses ocultos o búsquedas interesadas.
Manuel Velázquez Martín.