En este mundo sin a penas proyectos e ideales capaces de ilusionar a nadie de verdad…

En esta sociedad consumista y acomodada que nos invita a vivir instalados en la zona VIP de nuestro falso confort…

En esta feria de vanidades, donde se nos intenta vender una felicidad tan pasajera y tan barata…

En este circo competitivo en que la gente se lanza a la búsqueda constante y desesperada de una satisfacción individual…

Nos llega hoy el grito del evangelio que proclama a los cuatro vientos el camino de una nueva y extraña felicidad.

Y la gran novedad que nos aporta este proyecto de las Bienaventuranzas es algo sorprendente: SÍ, SE PUEDE.

Sí, se puede ser feliz en la escasez.

Pero ¿cómo puede ser esto? ¿Cómo pueden ser felices los pobres, los que lloran, los que sufren o los que lo pasan mal?.

Para responder a esta pregunta, lo primero que hay que decir es que la pobreza que nos hace bienaventurados no tienen nada que ver con vientres hinchados ni con tripas vacías, con míseras chabolas ni con trozos de derribo donde cobijarse.

Ser pobre de espíritu no significa mendigar ni ser indigente… sino todo lo contrario… es el deseo profundo de lo auténtico, lo verdadero y lo trascendente.

Un pobre de espíritu, no quiere algo, lo quiere TODO.

Por eso, cada propuesta de este proyecto de vida empieza en precariedad y acaba en plenitud:

  • El vacío de tener se convierte en la plenitud de ser.
  • El despojo de los humildes, se convierten en el humus fértil que cubre la tierra baldía del egoísmo, para hacerla fértil.
  • El llanto solidario y compartido con todos los que sufren, se convierte en verdadero amor y consuelo.
  • El deseo de que haya justicia se convierte en compromiso y en renuncia a cualquier ambición y en primicia de una humanidad nueva.
  • El poner el corazón en la miseria y en el dolor ajeno, se convierte en capacidad de ensanchar nuestro corazón a medida del mismo corazón de Dios.
  • Porque la felicidad no la dan las cosas que tenemos sino las relaciones de amor y de fraternidad que establecemos con los seres del mundo y entre nosotros.

SÍ, SE PUEDE… se puede ser feliz de verdad… y a pesar de todo.

Es posible experimentar ese gozo tan explosivo y contagioso, que parece que se sale … y hay que contarlo.

SÍ, SE PUEDE…

Atrévete a ser feliz!

Manuel Velázquez Martín.