Mientras el mundo sigue rodando agitado por los avatares de la historia y la humanidad despliega su drama de luz y oscuridades entre profundos logros y sangrantes situaciones de injusticia y de dolor… Tú, Jesús picapedrero, te sigues acercando a nuestra orilla, con tus pies descalzos.
Y sigues recorriendo hoy, a la caída de la tarde, nuestra serena playa adormecida tan repleta de esperanzas y sueños malogrados…
Picapedrero, conocedor de tu oficio, sigues cuestionando los falsos soportes sobre los que pretendemos edificar nuestras casas, nuestros trabajos, nuestros afectos, nuestros servicios…
Y sigues denunciando tantos castillos construidos en el aire de nuestras ambiciones, miedos, intereses y prejuicios… que nunca nos pueden sostener ni darle solidez a la existencia.
Tú acariciaste, desde siempre, un hermoso proyecto de nueva construcción y nunca tuviste miedo a partir tu vida y a dejarte tallar, como una roca, para dar consistencia al edificio de la nueva humanidad… pero fuiste una piedra arrojada al vertedero… fuera de esta viña a la que ahora saquean los viandantes, pisotean los jabalíes y devoran las alimañas.
Sin embargo, tú eres la única piedra sobre la que quiero asentar mi vida y sobre la que deseo poner mi ayer, mi hoy y mi mañana.
Tú eres la piedra que sostiene el mundo … la piedra preciosa y el tesoro oculto por el que, lleno de alegría, corro a vender todo lo que tengo…
Tú eres la piedra pequeña que ha empezado a rodar por la montaña para hacer caer las puras apariencias de un gigante con la cabeza de oro y los pies de barro.
Y a la vez que confieso mi osadía, quisiera hacer una llamada a todos los rechazados, los humildes, los que pasan por la vida sin arrogancia, sin papeles, sin influencia y sin grandes pretensiones… porque entre todos podemos construir algo nuevo.
Todas nuestras casas, nuestras calles, nuestros puentes, nuestros pozos… son de piedras siempre juntas, acopladas, cimentadas…
¿Qué hace una piedra sola, aislada, tirada en el arroyo, lejos de todas las demás?
La piedra angular que puede sostener el edificio ya está puesta…
Ahora, solo es necesario, que cualquier piedra reseca, árida, dura, rocosa, pesada o sedienta… quiera convertirse en piedra viva para construir, junto a otras, la nueva humanidad.
Manuel Velázquez Martín.