Estamos viviendo la fuerte sacudida de una pandemia sanitaria que, a su vez, nos está llevando a una pandemia económica muy seria, e incluso, a una pandemia de convivencia social.
Una situación que nos cogió a todos por sorpresa y nos está sobrepasando, sobre todo, en lo que se refiere a un futuro muy incierto y a una economía que retrocede de forma alarmante y hace que veamos cómo se nos echa encima un pronóstico muy agravado de pobreza, que afectará, sobre todo, a los colectivos más vulnerables.
Se trata de una crisis que, en muchos aspectos, nos remueve los cimientos y nos obliga a replantearnos la vida.
Pues los momentos de crisis y de dificultad, son para que crezcamos y no para que vayamos a menos.
Por eso, ahora que todo se nos ha trastocado, es el momento de preguntarnos qué tenemos que aprender de todo esto.
No podemos seguir actuando por la inercia, con el piloto automático activado, sin pararnos a pensar si no estaremos transitando por caminos bastante equivocados.
Y es que, con frecuencia, estamos atrapados por la rutina y por la fuerza de la costumbre… y nos falta valor y decisión para salir de esos caminos trillados que solemos frecuentar.
Por eso, necesitamos desarrollar nuestra creatividad y empezar a transitar por otros espacios, por otros caminos y veredas de esperanzas concretas, cotidianas, reales… donde no se excluya a nadie y donde todos tengamos un lugar, un sentido y una misión que desarrollar.
Y esos caminos no están hechos, se construyen, se preparan, se abren, se recorren, se patean y se pelean… impulsados por la fuerza de la Palabra y orientados por el impulso de nuestra brújula interior.
Se trata, por tanto, de abandonar los caminos trillados de la inercia y afrontar el riesgo de transitar por las imprevisibles veredas de la libertad.
Así lo expresaba el obispo Pedro Casaldaliga en este poema:
«Los caminos trillados
son caminos de todos.
Nosotros por lo menos
debemos arriesgar estás veredas
donde brota la flor del Tiempo Nuevo,
donde las aves dicen la Palabra
con el vigor antiguo,
por dónde otros arriesgados buscan
la humana libertad.»
Manuel Velázquez Martín.