«NO SABÉIS LO QUE PEDÍS»
Cuando el Jesús picapedrero, comprometido hasta las cejas con su pueblo y empeñado en restaurar la dignidad y en sacar adelante la vida amenazada de los pobres, se da cuenta de que su vida está en peligro, se lo dice claramente a sus amigos.
Y mientras suben por los caminos polvorientos que conducen a Jerusalén, les habla con toda claridad de la necesidad de estar dispuestos a beber cálices amargos.
Sin embargo, ellos están en otra onda:
– piden trofeos de gloria,
– desean puestos de honor, – ambicionan cotas de poder…
Y para conseguirlo buscan influencias familiares, enchufes, recomendaciones, amiguismo… cómo en el caso de la madre de Santiago y de Juan…
Todo lo cual rompe la cohesión y la fraternidad del grupo.
Por eso, hay que decir que la ambición de poder es muy mala y hace mucho daño.
Así nos lo recuerda Jesús basándose en la experiencia:
«Ya sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen»
Está claro que Jesús no tenía muy buena experiencia del poder… y eso que no conoció el G-8 ni el G-20 ni sufrió los efectos de la ingeniería financiera, ni conoció los actuales organismos y altas cumbres del poder…
Por eso, hay que recordarle a los que todavía piensan que no hay otra alternativa, ni otro modelo para que funcione la política, la economía y todo lo demás, lo que le dice Jesús a Santiago y a su hermano Juan: «No sabéis lo que pedís».
El camino de la grandeza humana no está en dominar, tiranizar y oprimir a los demás… sino en servir a todos, desde los últimos…
Nuestra experiencia cotidiana nos confirma la misma experiencia de Jesús:
Los jefes tiranizan a los pueblos y los grandes los oprimen…
» que no sea así entre vosotros».
Por eso, es necesario buscar nuevos caminos como al final hizo Santiago y todos los demás…
El verdadero Camino de Santiago no tiene nada que ver con esa ruta medieval para honrar al Santo… es sobre todo, el camino que él mismo tuvo que recorrer para alcanzar la madurez humana y cristiana que le llevó a ser el primero de los apóstoles ( no en el sentido que él buscaba al principio) sino el primero que supo salir de la dinámica de la ambición de poder y de la rivalidad que nos destruye para entrar en la dinámica del amor y del servicio que nos engrandece…
Fue el primero que derramó su sangre y entregó su vida por la causa de Jesús y del Evangelio.
Manuel Velázquez Martín.