Se acaban de romper
todos los diques
que intentaban retener
las locuras del amor…
Amor extremo,
amor tan fuerte,
que ha bajado
hasta la hondura
más espesa
del dolor
y de la muerte…
Cenar con los amigos,
abrir el corazón,
de par en par,
hablar sin miedo,
lavar los pies
cansados del camino
y enjugarlos
con suaves lienzos
de amor y de respeto…
Dejarse comer,
hacerse pan tierno
y compartido,
acompañado de vino
bien curado
y de solera,
servido por un Dios
con delantal
y siempre en traje
de faena.
Manuel Velázquez Martín.