El Jesús picapedrero nos habla hoy con una libertad impresionante de los pastores de Israel que tenían al pueblo encerrado en su redil y vilmente sometido, gracias a las espadas de los soldados del Imperio y a la astucia de los sacerdotes del Templo… mientras que el sufrido pueblo andaba buscando una rendija en el muro de sus lamentaciones o una puerta lo suficientemente abierta, para poder escapar.
Por todo lo cual, Jesús, trató siempre a estos dirigentes con una gran dureza y llegó a calificarlos, sin miedo, de «ladrones» y «bandidos».
Y este es, precisamente, el mensaje central de todo este discurso, que sigue teniendo entre nosotros una gran actualidad:
Porque nuestro mundo sigue también hoy bajo el dominio de:
– poderes económicos (ladrones) y
– poderes políticos (bandidos)
que aprisionan nuestra libertad y nos confinan a los estrechos espacios de nuestros miedos.
Vivimos encerrados y agobiados en los penosos y duros apriscos de las múltiples opresiones económicas, políticas o ideológicas que hipotecan nuestra vida.
Por eso, es tan urgente encontrar el camino que nos permita iniciar el gran éxodo que nos propone el evangelio, que consiste en encontrar la puerta para salir de los apriscos que ahogan nuestra existencia y nos convierten en una masa irresponsable y fácil de manejar…
Y para eso está este Jesús picapedrero que conoce bien el oficio de perforar la piedra dura y presentarse a sí mismo como esa puerta abierta que andamos todos buscando…
Jesús es la puerta abierta para salir del cautiverio de las ideologías, los fanatismos, los dogmatismos … y todos los nuevos y refinados perfiles que condicionan nuestra vida … y experimentar la inmensa alegría de salir y de entrar en un espacio nuevo donde todos tenemos un nombre… y donde cada uno puede vivir:
– en libertad,
– en conocimiento y
– en amor mutuo…
Por eso, es urgente afirmar, sin complejos, que lo primero que nos propone el evangelio, es dar a conocer esta puerta… y abrirla, de par en par, para que las ovejas puedan salir y puedan entrar… puedan ser lo que son y aspiren a ser lo que quieran ser.
Este es el proyecto de Jesús.
Esta es la alegría de la Pascua.
Manuel Velázquez Martín.