Jesús, el profeta de Galilea, cuestionó siempre los peligros del legalismo de los escribas y fariseos de su tiempo y de todos los tiempos.

Sin embargo, no vino a abolir la ley ni a echar por tierra el patrimonio legal y religioso de su pueblo… vino a darle plenitud… y a ensanchar el horizonte del comportamiento humano de aquellos que solo se preocupan de las apariencias y del cumplimiento externo de la ley.

Con frecuencia, solemos fijarnos más en la superficie de las cosas que en la profundidad de la vida que nadie ve.

Todos nos damos cuenta, por ejemplo, del deterioro y la suciedad de nuestras calles y las pintadas o grafitis que, con más o menos gusto e imaginación, aparecen en nuestras calles y en el muro de sus edificios… pero lo que no vemos es el corazón y las intenciones de aquellas personas que circulan por esas mismas calles.No vemos los pensamientos, las intenciones, los criterios y «las pintadas» que esos habitantes de nuestras ciudades llevan grabados en el fondo de su conciencia.

De hecho, nuestro mundo está lleno, con frecuencia, de miradas torcidas, manchadas, hostiles, indiferentes, suspicaces, recelosas… que reflejan un corazón necesitado de limpieza.

Por eso, sería necesario que hiciéramos una eficaz campaña de ecología interior… de profunda limpieza que arranque definitivamente de nosotros aquellas pintadas o grafitis que manchan la gran riqueza patrimonial de nuestro pequeño corazón.


Manuel Velázquez Martín.