DESEAR LO IMPOSIBLE

En Navidad nos disponemos a celebrar «lo imposible», aquello que queda fuera de nuestro alcance… aunque nos tachen de ilusos.

Nos atrevemos a desear, celebrar y anunciar lo imposible y lo que mucha gente cuestiona: que Dios mismo se pueda acercar a nuestra vida y a la realidad de un mundo como el nuestro tan lleno de conflictos.

Ya desde hace miles de años, los profetas de Israel dejaron constancia de como, cuando las grandes potencias imperialistas, como Egipto y Asiria, se disputaban el mundo, las pequeñas naciones se veían obligadas a hacer pactos y alianzas con aquellos poderosos de turno que en vez de defenderlos se convertían en una amenaza… y es que la verdadera salvación del pueblo, no está en la fuerza ni en la diplomacia de los poderes políticos, militares o religiosos sino en la gente pobre y sencilla de ese mismo pueblo que cree, confía, lucha y trabaja por alcanzar lo que parece imposible e inalcanzable.

Por eso, llama la atención que la historia de Israel esté protagonizada por un considerable número de mujeres estériles y de hombres soñadores que creyeron en lo imposible y por eso llegaron a ser cauce de salvación y de vida para todos.

Y por eso también hoy la última señal que se nos da, es el mayor imposible de todos: «una virgen que está embarazada va a dar a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios – con – nosotros.»

Un nacimiento sorprendente que quizá da pié a que nos preguntemos ¿por qué nacen hoy tan pocos niños en España y en otros países occidentales? ¿Solo por motivos económicos?

Yo creo que la razón es mucho más profunda. Creo sinceramente que es la falta de fe y de esperanza… Con todo lo que esto supone de falta de confianza en el futuro, de impulso vital, de creatividad, de entusiasmo y de alegría de vivir.

Pues solo la esperanza es la fuerza primordial que hace milagros…

Pero no una esperanza cualquiera… pues incluso las legitimas esperanzas terrenas como tener casa, trabajo, salud… si no hay algo más profundo que las sustente y de sentido, se pueden quedar en nada.

Quizás por esto hay mucha gente con una gran sensación de angustia existencial y con una cierta anorexia espiritual.

Manuel Velázquez Martín.